viernes, 13 de octubre de 2017

Medición del grado de apertura de una economía

Medición del grado de apertura de una economía 

Rafael López del Paso 
Grado de apertura económica

A pesar de los esfuerzos realizados durante los últimos años en aras de incorporar las diferentes dimensiones del fenómeno de la globalización en la construcción de indicadores tendentes a su cuantificación, es frecuente que, apelando a su dificultad en la identificación de sus vectores, no exentos de solapamientos y conexiones, y la falta de solidez de las métricas que se utilizan, la mayoría de investigadores sociales hayan optado por su simplificación, concentrándose en el análisis de su perspectiva económica (Pérez García, 2010). Bajo la adopción de esta perspectiva reduccionista, la globalización se contempla atendiendo a la evolución del comercio internacional, tomando como medida elemental de referencia, el peso relativo del comercio en la producción, también llamado grado de apertura externa o apertura comercial de las economías (OCDE, 2005).

Este indicador se define como el porcentaje que suponen los flujos del comercio exterior, exportaciones (X) e importaciones (M) en el total del PIB, es decir:

$$\frac { (X+M) }{ PIB } \times 100$$

Atendiendo a su construcción, una economía estará más presente en los mercados internacionales cuanto mayor sea su grado de apertura, esto es, cuanto mayor sea la participación de la suma de las exportaciones más las importaciones en la producción nacional

A modo de ejemplo, tomando como referencia los datos de Contabilidad Nacional correspondientes a 2013, publicados por el INE (2014) (datos en millones de euros):

Exportaciones: 331.073. 
Importaciones: 295.316. 
PIB: 1.049.181. 

El grado de apertura exterior de la economía española es igual a: (331.073 + 295.316)/ 1.049.181 = 626.389/1.049.181 = 0,597, 59,7%, expresado en porcentaje. 

Aun cuando se trata de una medida relevante y la más frecuente, al ofrecernos de manera sencilla una orientación de las economías más allá de sus fronteras, no es menos cierto que presenta importantes limitaciones, siendo las más relevantes las que se muestran a continuación (Rodrick, 1999):

 - Muestra sensibilidad al peso de los servicios en el PIB, al formar parte del denominador, pero no del numerador, en tanto en cuanto sólo le computan las operaciones con bienes.
 - Otorga el mismo tratamiento a las importaciones y a las exportaciones, por lo que dos economías pueden presentar el mismo grado de apertura con flujos comerciales cuya magnitud de cada uno de sus direcciones sean muy dispares.
- No tiene en cuenta el tamaño de las economías. Las más pequeñas suelen estás más especializadas en su producción a fin de ser más competitivas, lo que las lleva a mostrar una mayor orientación exterior, mientras que las economías de mayor tamaño dedican una mayor proporción de su producción a su mercado interior.
- Muestra neutralidad geográfica, dado que no atiende al destino de los flujos comerciales, por lo que no ofrece evidencia de la extensión de la integración económica.
- No ponen en relación a las exportaciones ni a las importaciones con su nivel de demanda, por lo que presenta sesgo doméstico. 
- No recoge el efecto de la existencia de barreras de entrada, ni tiene en cuenta las disparidades en las estructuras sectoriales, la heterogeneidad de los precios entre sectores, los niveles de renta y costes relativos de las economías, la distancia geográfica y las diferencias legislativas, así como la posible existencia de acuerdos comerciales.

Referencias bibliográficas 

OCDE (2005): «Handbook on Economics Globalization Indicator», OCDE, Paris. 
RODRICK, D. (1999): «The new global economy and developing countries: making openness work», Overseas Development Council Policy Essay, nº 24, John Hopkins University Press, Nueva York. 
PÉREZ GARCÍA F. (Dir.) (2010): «La medición de la integración comercial en una economía globalizada», Fundación BBVA, Madrid. 

Comparte Esto

0 comentarios: