La mayoría
de los países que alguna vez tuvo una economía de manera centralizada ha
abandonado ese sistema y está tratando de desarrollar una economía de mercado.
En una economía de mercado, las decisiones que antes se tomaban de manera
centralizada son sustituidas por las decisiones de millones de empresas y familias.
Las empresas son las responsables de decidir a quién contratar y qué fabricar. Las
familias, por su parte, deciden dónde trabajar y qué desean comprar con su ingreso.
Las empresas y las familias interactúan en el mercado, en donde los precios y
el interés personal orientan sus decisiones. A primera vista, el éxito de las
economías de mercado es desconcertante. En una economía de mercado, o libre
mercado, nadie está pendiente del bienestar económico de la sociedad en su
conjunto. En el libre mercado coexisten muchos compradores y vendedores de
diversos bienes y servicios, y todos ellos buscan, principalmente, su bienestar
propio. Sin embargo, y a pesar de que la toma de decisiones se encuentra descentralizada,
y de que los tomadores de decisiones buscan su bienestar propio, las economías
de mercado han demostrado que son capaces de organizar exitosamente la
actividad económica para promover el bienestar general.
A medida
que usted profundice en el estudio de la economía aprenderá que los precios son
un instrumento del que se sirve la mano invisible para dirigir la actividad
económica. En cualquier mercado, los compradores consideran el precio cuando
determinan cuánto comprarán o demandarán de ese bien; del mismo modo, los
vendedores examinan el precio cuando deciden lo que van a vender u ofrecer.
Como resultado de estas decisiones de compradores y vendedores, los precios de
mercado reflejan tanto el valor del bien en la sociedad como el costo que para
la sociedad representa producirlo.
Fuente:
Gregory Mankiw, Principios de la Economía
0 comentarios: